miércoles, 11 de agosto de 2010

Bajo control

Digamos que no es fácil, muchas veces, creer en lo que Dios te ha llamado a hacer y sobre todo cuando las situaciones parecen tornarse en contra a tu llamado… pero si no desistes podrás ver al final resultados grandiosos.

Un misionero estadounidense viajó a un pueblo africano con su esposa y ambos decidieron quedarse allí. Las cosas no fueron fáciles al comienzo, ya que los nativos los tomaron por invasores y más de una vez estuvieron a punto de perder la vida. Ellos sabían lo que les esperaba al intentar compartir el evangelio a una tribu desconocida y no muy amistosa, sin embargo con el tiempo pudieron ganarse su confianza. En uno de sus primeros intentos por compartir el evangelio, después de un buen tiempo, este misionero llegó a traducir el nuevo testamento al idioma de los nativos. En su primera reunión con ellos, él les compartió sobre la vida de Jesús y lo que Él predicó a lo largo de su vida. Todo iba bien. Al parecer, los nativos del lugar parecían por fin comprender el mensaje de salvación que el misionero siempre intentó compartirles. Hasta que habló de Judas y de su traición. Los nativos empezaron a reírse y a lanzar gritos de batalla. Para los nativos la traición significaba el más alto honor que alguien podría alcanzar y por lo tanto tomaron a Judas por héroe. El misionero no sabía qué hacer, estaba tan contrariado. Todo parecía ir tan bien, las cosas se daban sobrenaturalmente y de repente tuvo que suceder eso. Esta tribu tenía una tribu enemiga con la que siempre hubo conflictos debido a un incidente en el que un miembro de la tribu enemiga fue asesinado por uno de la otra; sin embargo, para cuando esta pareja de misioneros habían llegado donde los nativos, las cosas iban de mal en peor. Estas dos tribus se habían declarado la guerra. Los misioneros no sabían qué hacer. Estaban desesperados. El grandioso plan que Dios tenía para este pueblo se estaba desvaneciendo. El misionero empezó a orar junto a su esposa y empezaron a rogarle a Dios que les muestre una forma de revertir la situación y que así nadie salga herido. Al parecer no hubo repuesta. La guerra comenzó. Lanzas y flechas volaban de un lado para otro y parecían no terminar. Los misioneros, arriesgando su propia vida, decidieron intervenir en la guerra y milagrosamente lograron hacer una pausa. Reunieron a los 2 jefes de ambos bandos y hablaron con ellos. Después de un largo rato de diálogo, ambos jefes decidieron hacer una tregua temporal y como parte de este trato cada jefe debía entregar a su hijo al jefe enemigo mientras la tregua dure. Pasaron días y días de una tregua tensa. Los hijos de cada jefe se encontraban en el bando enemigo. Ambos jefes estaban ansiosos por que termine de una vez la tregua y empezara de una vez la guerra. Sin embargo, uno de ellos, para ser más exactos en el jefe de la tribu visitada por los misioneros, empezó a sentir dolor por su hijo y empezó a extrañarlo. Sentía una nostalgia tan grande. Él necesitaba a su hijo de regreso, él necesitaba verlo y ya no podía más. Empezó a llorar cada noche. Él no podía creer lo que había hecho, había entregado a su hijo a un pueblo que podía matarlo o hacerle daño, pero fue en ese preciso momento cuando él entendió lo que por tanto tiempo el misionero había estado compartiendo. Recordó cuando el misionero les compartía Juan 3:16 y cuánto había dado Dios Padre al entregar a su propio hijo a morir por nosotros. Este jefe buscó al misionero y le contó con lágrimas en los ojos: “Ahora entiendo lo que Dios hizo por mi”. Esa misma noche el jefe de la tribu recibió a Jesucristo como su Señor y Salvador y le siguió su familia. De este modo el jefe de esta tribu y su familia fueron los primeros nativos cristianos. El jefe de la tribu y su familia apoyaron al misionero en su labor y uno a uno empezaron a compartirles al resto de la tribu. Como de milagro la tribu completa se convirtió y construyeron su iglesia con madera y plantas de la zona. Sin embargo, la tregua terminó y el pueblo enemigo regresó para hacer lo que tenía que hacer: Aniquilarlos. Sorpresivamente, el jefe de este pueblo se puso al medio y con una alegría incomprensible y compartió con el pueblo enemigo sobre aquello que había cambiado su vida. El bando enemigo se encontraba confundido y pensaban: ¿Nuestro más grande enemigo nos está compartiendo sobre el amor y sobre el perdón?. Esto era lo último que ellos estaban esperando y pensaron que era una especie de trampa. Sin embargo, el jefe enemigo comprendió el mensaje de salvación ya que también había pasado por lo mismo que el otro jefe. Así fue como la población entera empezó a convertirse uno a uno, tanto en un grupo como en otro.

Me quedé con esta convicción en la cabeza:
Los planes de Dios siempre resultan (y son increibles)

Esta historia la vi en forma de película/documental en un canal cristiano y me hizo sentir como un tonto recordando cada vez que cuestioné a Dios por la forma en que las circunstancias se presentaban olvidando que Él tiene siempre todo bajo control aun inclusive cuando aparentemente nos “escapemos” de su vista. Creo que a todos nos pasa en algún momento, pero ¿sabes algo? Aun el error humano está medido al más mínimo detalle dentro de los planes de Dios. Cuando nos entregamos a Dios, en algún momento de nuestras vidas quizá violemos el pacto que hacemos cuando le decimos que lo aceptamos como nuestro Señor, ya que nuestra naturaleza caída nos tira siempre para el lado contrario, pero ¿sabes qué es lo más hermoso de todo esto? Que Él NUNCA SE OLVIDA. Él jamás romperá ese pacto que una vez hizo contigo, así haya sido en una iglesia frente a todo el mundo, a solas, viendo una prédica en tv, o escuchando un mensaje en la radio, Él jamás dará por concluido ese pacto de amor en el que Él se comprometió a cuidar de ti para la eternidad. Entonces, NO TEMAS cuando las cosas parezcan estar fuera de control o cuando todo parezca adverso porque todo forma parte de un hermoso plan, el que podrás descubrir con el tiempo. El no te abandonará, lo prometió. Te dejo estos dos versículos:

Jehová cumplirá su propósito en mi;
Tu misericordia, oh Jehová, es para siempre
No desampares la obra de tus manos.
Salmos 138:8

Esforzaos y cobrad ánimo;
no temáis, ni tengáis miedo de ellos,
porque Jehová tu Dios es el que va contigo;
no te dejará, ni te desamparará.
Deuteronomio 31:6

Que tengas un bendecido día :).

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